Siete grandes recuerdos de Torres en finales (IV): ‘Iniestazo’ en el 116’ y Campeones del Mundo
Lo que tres años antes hubiera parecido una quimera, en Johannesburgo se hizo realidad con la mejor selección de todos los tiempos. En el minuto 115 de partid...
Lo que tres años antes hubiera parecido una quimera, en Johannesburgo se hizo realidad con la mejor selección de todos los tiempos. En el minuto 115 de partido contra Holanda, después de una batalla sin tregua sobre el césped, la gran final rodaba hacia los penaltis. España había puesto el fútbol, los neerlandeses, la garra y la leña. Nada de esto desbloqueó el 0-0 inicial. Fernando Torres, que llegó al Mundial después de haber hecho lo imposible para recuperarse de una operación de rodilla, había entrado diez minutos antes por David Villa. Sin embargo el destino le tenía reservado un sitio en la jugada que precedió al ‘Iniestazo’ en el 116’. Ese gol hizo justicia al fútbol y bajó una estrella del cielo de Sudáfrica para bordarla sobre el escudo de La Roja para siempre.
Torres saltó al césped del Soccer City revolucionado. Buscaba recibir un pase en profundidad, la jugada definitiva que tanto se había resistido… Y llegó el premio gordo. Navas navegó con el cuero de derecha a izquierda buscando línea de pase hasta que vio a Fernando. Se la hizo llegar y levantó la cabeza para centrar a Cesc en la corona del área. El de Arenys ejecutó la apertura a la derecha para Iniesta y el de Fuentealbilla se convirtió en el centro del Mundo rematado cruzado con la rabia de todo un país, batiendo por fin a Sketelemburg. En la celebración hubo un detalle para el cielo: dedicación expresa a Dani Jarque, compañero de Fernando y Andrés en la categorías inferiores de la Selección. Minutos después ambos eran campeones del Mundo.
En los últimos instantes Torres buscaba la sentencia cuando persiguiendo un balón largo sufrió un pinchazo muscular que le impidió jugar los últimos segundos al cien por cien. Significó el contrapunto amargo que resumía fiel la trayectoria del campeonato: trabajar y sufrir para ganar, para ser campeones. Nadie dijo que fuera sencillo. La Copa del Mundo fue la recompensa.
Así recuerda Fernando la gesta de Johannesburgo: “Allí estábamos, en Johannesburgo, en nuestra cita con la historia y bajo un ambiente que no tengo palabras para describir. Pero quedaba el hueso más duro: una Holanda, con la misma sed de título que nosotros, que se resistió con uñas y dientes. Fue uno de los partidos más complicados que recuerdo. Por la tensión, la crudeza del juego, la impotencia de saber que aunque éramos mejores en un abrir y cerrar de ojos todo podía quedar en una decepción mayúscula. Llegó la prórroga y, con ella, mi turno de jugar. Salí convencido de que podía cambiar las cosas, marcar un gol como el que conseguí ante Alemania en Viena. Siempre se me dieron bien las finales y ¿por qué esta vez iba a ser diferente?
“Quedaban cinco minutos para el final. Holanda ya no quería nada que no fueran los penaltis, justo lo contrario que nosotros. Sabíamos que en esa lotería nos podía tocar el número perdedor sin explicaciones, sin justicia. La rabia nos embargó y apretamos los dientes para exprimir nuestra calidad hasta el final. Y la recompensa llegó. Navas cruzó el campo en diagonal de derecha a izquierda, combinó con Iniesta y Cesc, y recibí el balón en la banda izquierda. Vi como Andrés entraba en el área y le busqué con un centro largo. El central metió la pierna, Cesc pescó el rechace y asistió a Andrés con el pase definitivo, el pase de gol. Tenía que ser… y fue. ¡GOL! El disparo fue cruzado, con la derecha. Iniesta escribió su gran historia para siempre”.
“Por mi ubicación en el campo tuve la suerte de ser el primero en abrazar su espalda. Conozco a Andrés desde las categorías juveniles y hemos tenido una relación muy especial. Recuerdo una anécdota, de cuando caímos eliminados en el Mundial Sub-17 de Trinidad y Tobago. Le di mi camiseta y escribí en ella “nos vemos en otro Mundial”. Él me contestó, como adivinando el futuro, que “el nuestro llegará más tarde”. Y en Sudáfrica, ocho años después, llegó ese momento que tanto habíamos soñado. Y él era el héroe. Se lo merecía. En realidad, todos, toda la familia de la Selección y toda España. Nos merecíamos este título que Iker levantó al cielo. Ahora sí, ya es nuestro y podemos gritarlo con todas nuestras fuerzas ¡¡Somos Campeones del Mundo!!”.
- Recuerda aquí la trayectoria de España en el Mundial de Sudáfrica