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F9T - Web oficial de Fernando Torres F9T - Web oficial de Fernando Torres

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Foto oficial de la Selección española para el Mundial 2010 (Sefutbol)
Fernando Torres se ejercita a contrarreloj en la concentración de Schruns, Suiza (J.A. Sirvent)
Fernando Torres firmando autógrafos en la concentración de Potchefstroom, Sudáfrica (J.A. Sirvent)
Fernando Torres y Javi Martínez, en el banquillo de España durante el debut frente a Suiza (J.A. Sirvent)
Fernando Torres durante el debut frente a Suiza (J.A. Sirvent)
Vicente del Bosque llama a Fernando Torres para entrar frente a Suiza (J.A. Sirvent)
Fernando Torres debuta en el Mundial 2010 frente a Suiza (J.A. Sirvent)
Alneación de España en el choque de octavos de final frente a Portugal (J.A. Sirvent)
Fernando Torres en el partido de octavos frente a Portugal (Pablo García)
Fernando Torres en el choque de cuartos de final frente a Paraguay (J.A. Sirvent)
Fernando Torres en el choque de cuartos de final frente a Paraguay (J.A. Sirvent)
Fernando Torres reemplaza a David Villa en la semifinal frente a Alemania (Pablo García)
Fernando Torres se abraza con Lucas Podolski tras el partido de semifinales (J.A. Sirvent)
Fernando Torres en los instantes previos a la final frente a Holanda (Pablo García)
Fernando Torres celebra el gol de Iniesta que dio a España el titulo de Campeones del Mundo
Fernando Torres abraza a Iniesta antes de la entrega del trofeo en el Soccer City Stadium, Johannesburgo (Pablo García)
Fernando Torres besa la Copa del Mundo en el Soccer City Stadium, Johannesburgo (J.A. Sirvent)
La Selección posa con la Copa del Mundo en el avión destino Madrid (J.A. Sirvent)
Fernando Torres celebra el título de Campeones del Mundo con la afición en Madrid (Sefutbol)
Fernando Torres con la medalla de Campeón del Mundo en el césped el Soccer City Stadium. Johannesburgo (J.A. Sirvent)
Fernando Torres levanta en Johannesburgo la Copa del Mundo (J.A. Sirvent)
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Julio, 2010

La Copa del Mundo. El trofeo que siempre había anhelado. Recuerdo que de pequeño, cada vez que pensaba en él, me venía a la memoria su figura en las manos de un gran ídolo del fútbol: Pelé, Maradona, Zidane… El caso es que nunca lo relacionaba con España. Lógico. Era nuestra gran espina, la eterna ausente en nuestro palmarés. Ahora me emociona pensar que los niños, las nuevas generaciones, no sentirán ese vacío y recordarán siempre esa Copa en nuestras manos. Desde este momento, y por fin, la Selección es el equipo de España, de todas las aficiones y de todos los equipos.

Ganar en Sudáfrica no sólo significó una estrella para nuestra camiseta. También confirmó a esta generación impresionante de futbolistas para que después del primer gran paso de la Eurocopa 2008, consiguiéramos poner a nuestro fútbol en su lugar, entre los mejores. Tantos y tantos grandes lo intentaron antes sin suerte que me llené de orgullo al pensar que logramos hacerles justicia. Por todos ellos y por la afición peleamos hasta el final para traer a España el oro del Mundial 2010.

No conté cuántas horas de piscina o gimnasio empleé para recuperarme de la operación, pero darlo todo parecía poco para alcanzar el objetivo. La ayuda de médicos, fisioterapeutas y el apoyo del cuerpo técnico de la Selección me permitieron conseguir llegar a tiempo, pero muy justo de forma. Eduardo Parra e Iván Ortega se convirtieron en mis sombras. El trabajo realizado en Galicia, tanto en Santiago como en Vigo, tuvo un trayecto intenso y sacrificado, pero era la única manera de poder alcanzar el objetivo de Sudáfrica Aún así, la falta de ritmo de juego me pasó factura en los primeros partidos y me marcó el resto del campeonato. Estuve muy cerca de vivirlo al cien por cien, pero está claro que no llegué en mi mejor momento después de dos operaciones.

Ganar el Mundial situó al fútbol español en su lugar: entre los mejores
Fernando Torres

Esta es la parte más bonita de la historia, al menos para mí. A nivel personal fue un final de rosas para un camino de espinas. Las lesiones no me respetaron durante la temporada. Desde octubre no pude tener la continuidad que necesitaba en el Liverpool o en la Selección, dolencia tras dolencia. Pero el golpe más duro llegó en abril. Una nueva rotura de menisco surgió en el momento más inoportuno, después de marcar dos goles al Benfica en la Europa League. En un salto al inicio del partido, una acción sin ninguna relevancia pudo dejarme sin Mundial. Al contactar nuevamente la pierna con el césped se volvió a partir ligeramente la misma articulación, pero en una zona diferente a la del mes de enero. En un principio no noté nada. De hecho, jugué el encuentro prácticamente completo. Sin embargo, las molestias en los días posteriores no me impedían entrenar con normalidad. Decidí viajar a Barcelona para pasar consulta con el doctor Cugat, quien me operó tras las Navidades. Como no desaparecía el dolor, unas últimas pruebas en Liverpool detectaron la nueva rotura. En esas jornadas, la nube volcánica no permitía volar desde Inglaterra a ningún sitio. Pero no podía perder tiempo, era una carrera contra el crono. Así que decidí recorrer en automóvil la distancia desde mi casa en Liverpool hasta Barcelona. No podía esperar a que se ‘abrieran’ los cielos.

El Mundial comenzó cuesta arriba, pero quizá fue el toque de atención necesario para levantar la guardia. Suiza nos sorprendió en el debut con una derrota muy difícil de digerir. Desde ese instante la clasificación se complicó y nos vimos obligados a jugar cada partido como si de una final se tratara. Después conseguimos ganar sin dificultad a Honduras y con esfuerzo a Chile, alcanzando los octavos de final. Y llegaron los cruces: ante Portugal arrancamos bien, ganando por 1-0. Paraguay nos hizo sudar de lo lindo en cuartos, con un equipo muy rocoso al que costó mucho vencer. Incluso, las adversidades se fueron juntando, pero fuimos capaces de sobreponernos a todas. En semifinales tocó Alemania, un rival muy difícil que había eliminado a otros favoritos como Inglaterra y Argentina. Dominamos el partido, como en la final de la Eurocopa, pero no llegaba el gol hasta que Puyol remató de cabeza un córner con la fuerza de toda España.

A nivel personal fue un final de rosas para un camino de espinas
Fernando Torres

Y la final. Qué contar de la final… Allí estábamos, en Johannesburgo, en nuestra cita con la historia y bajo un ambiente que no tengo palabras para describir. Pero quedaba el hueso más duro: una Holanda, con la misma sed de título que nosotros, que se resistió con uñas y dientes. Fue uno de los partidos más complicados que recuerdo. Por la tensión, la crudeza del juego, la impotencia de saber que aunque éramos mejores en un abrir y cerrar de ojos todo podía quedar en una decepción mayúscula. Llegó la prórroga y, con ella, mi turno de jugar. Salí convencido de que podía cambiar las cosas, marcar un gol como el que conseguí ante Alemania en Viena. Siempre se me dieron bien las finales y ¿por qué esta vez iba a ser diferente?

Quedaban cinco minutos para el final. Holanda ya no quería nada que no fueran los penaltis, justo lo contrario que nosotros. Sabíamos que en esa lotería nos podía tocar el número perdedor sin explicaciones, sin justicia. La rabia nos embargó y apretamos los dientes para exprimir nuestra calidad hasta el final. Y la recompensa llegó. Navas cruzó el campo en diagonal de derecha a izquierda, combinó con Iniesta y Cesc, y recibí el balón en la banda izquierda. Vi como Andrés entraba en el área y le busqué con un centro largo. El central metió la pierna, Cesc pescó el rechace y asistió a Andrés con el pase definitivo, el pase de gol. Tenía que ser… y fue. ¡GOL! El disparo fue cruzado, con la derecha. Iniesta escribió su gran historia para siempre.

Por mi ubicación en el campo tuve la suerte de ser el primero en abrazar su espalda. Conozco a Andrés desde las categorías juveniles y hemos tenido una relación muy especial. Recuerdo una anécdota, de cuando caímos eliminados en el Mundial Sub-17 de Trinidad y Tobago. Le di mi camiseta y escribí en ella “nos vemos en otro Mundial”. Él me contestó, como adivinando el futuro, que “el nuestro llegará más tarde”. Y en Sudáfrica, ocho años después, llegó ese momento que tanto habíamos soñado. Y él era el héroe. Se lo merecía. En realidad, todos, toda la familia de la Selección y toda España. Nos merecíamos este título que Iker levantó al cielo. Ahora si, ya es nuestro y podemos gritarlo con todas nuestras fuerzas ¡¡Somos Campeones del Mundo!!

La Selección española se proclama campeona del mundo en Johannesburgo (11-07-2010)