Infancia
1984
20 de marzo de 1984. Según me han contado mi nacimiento vino muy bien para tranquilizar los nervios de mis padres, Flori y José. Mis dos hermanos, Paz e Israel -que tenían 8 y 7 años respectivamente- eran muy inquietos y yo, sin embargo, siempre he sido un niño bastante tranquilo... por lo menos en casa.
1985
Poco puedo contar de 1985 porque no guardo recuerdos de una edad tan temprana. Tampoco mi familia me ha comentado nada relevante de aquél año, pero podéis imaginaros que sería el año de mis primeros pasos y que jugaba y lloraba, como todos los niños a esa edad.
1986
Con tan solo dos años, comencé a dar patadas a un balón que mi hermano tenía por casa. Aquí está mi primer contacto con el fútbol. Otra de mis ‘distracciones’ era tirar cosas por la ventana, con tan mala suerte, que una de las veces, un camión lleno de dinero ‘se cayó’ a la calle. Esta historia, a pesar de estar muy oída, creo que merece una mención en mi biografía, aunque sea por el mal rato que hice pasar a mi familia. Al final todo quedo en una simple anécdota: ¡recuperamos el camión y el dinero!
1987
Con tres años ya era el reflejo de mi hermano. Israel siempre ha sido, de alguna forma todavía es, el espejo donde me miro. Mi hermana Paz es la única que siempre me ha consentido todo. Para ella, aún hoy, sigo siendo el niño que era entonces.
1988
A los cuatro años comenzó a surgir mi interés por el fútbol. Recuerdo que mi padre siempre que podía jugaba conmigo, especialmente en Gastrar, Una pequeña aldea del Concello de Boqueixón (A Coruña) donde pasaba las vacaciones con mi familia. El juego básicamente consistía en dar patadas a un balón, pero por aquél entonces esos pequeños ratos colmaban mis aspiraciones futbolísticas.
1989
Tenía cinco años cuando ingresé en mi primer equipo, el Parque 84. Participé en un maratón de fútbol que se organizaba en el polideportivo de Fuenlabrada, el barrio donde pasé mi infancia y gran parte de mi juventud. Los partidos consistían en 15 ó 20 niños corriendo detrás de un balón, ¡eso era una auténtica locura!
Sin embargo, para la vida de un chaval con esa edad, era todo un acontecimiento. En este equipo estuve el tiempo que duro el maratón, es decir, dos días. Como cualquier otro chaval de cinco años además de jugar al fútbol, jugaba a las chapas, las canicas, -a las que era horroroso-, el ‘culete’ o el ‘gol alemán’.
1990
A partir de los seis años el fútbol pasó a ser algo importante: comenzó a emitirse Oliver y Benji. Es una serie de dibujos animados, muy recomendable, cuyo argumento gira en torno a un grupo de chavales que comienzan a jugar al fútbol como distracción y acaban siendo profesionales. Después de los dibujos, bajaba con mi hermano a la calle a pegarle al balón. Me gustaba pensar que era un jugador profesional como uno de los chicos de la serie. Me ponía siempre de portero hasta que un balonazo, que me rompió un par de dientes, decidió que mi carrera debajo de los palos había terminado.
Quién me iba a decir entonces que conocería en Japón a Yoichi Takahashi, el creador de la serie, y tendría el dibujo de mi propio personaje.
1991
Una vez superada mi etapa de portero empecé a ponerme de delantero. La cafetería del barrio organizó un equipo, el Mario´s Holanda. Me cogieron teniendo menos edad de la permitida. Jugué tres años al fútbol sala, en un equipo con uniforme y todo. Comenzaba a gestarse el sueño de ser futbolista. Gracias a esta experiencia conocí el significado de compañerismo y equipo, ambos vitales para mí evolución tanto personal como profesional.
Como he comentado con anterioridad, todos los veranos los pasaba con mi familia en Gastrar. Allí nos juntábamos mis abuelos, mis padres, mis tíos, mis primos, mis hermanos y yo, el pequeño de todos. Evidentemente siempre me tocaba ir detrás de ellos, pero me daba igual porque me entretenía con cualquier cosa. Durante mis primeros siete años de vida, mi familia, mis amigos, el fútbol y los veranos en Gastrar eran lo único que necesitaba para ser feliz.
1992
Mis padres compraron una casa en Estorde (Galicia) cuando cumplí ocho años. Aunque en principio esto no parezca una circunstancia relevante, ha terminado siéndolo porque allí conocí a la que hoy es mi mujer, Olalla. Coincidimos un grupo de amigos con los que entablé una amistad que afortunadamente conservo.
1993
No era más que un chaval de nueve años el primer día que visité la Sala de Trofeos del Vicente Calderón. Recuerdo que mi padre no quería decirme dónde íbamos, no se quién de los dos estaba más ilusionado, él por las ganas con las que me llevaba o yo, por la sorpresa que me esperaba. Al llegar la duda no se disipó... los dos estábamos encantados. Había visto fotos de los Trofeos pero nunca había estado frente a ellos, nunca los había tocado y ese día tuve la oportunidad.
Afortunadamente luego he tocado alguno más. Toda la vida había oído hablar a mi familia de la Intercontinental, las Ligas y Copas del Atleti. Aquella mañana tuve la suerte de sentir lo que siempre había imaginado.